Vanesa
El frío
empezaba a entrar por su nariz y sintió como poco a poco ese frío empezaba a
penetrar por la nariz, aunque el cuerpo hacía lo necesario para convertirlo en
aire caliente, su cuerpo ya estaba cubierto por la fina capa de nieve de la
primera nevada.
Vanesa
sabía que su tiempo se estaba acortando, pero ya había tomado una decisión, no
quería volver atrás, empezó a realizar mentalmente el recuento de que todo
estuviera como lo había planeado, uno la casa está limpia, dos el gato tenía
comida para el día de hoy, sabía que su hermana vendría el día de mañana para
darle de comer otra vez, tres dejos los sobres con el dinero en la mesa de la
sala, se puedo a pensar si con el tiempo de cambio alcanzaría, los costos los
había revisado antes de que empezara el año, bueno al final su familia tendría
que ayudar en algo. Cuatro, ¿por qué había tomado esa decisión? Estás segura, se
preguntaba, y ella misma se contestaba que no había marcha atrás, tantos meses
planeando tendrían que valer la pena. Su estómago empezó a retorcerse, ¡hubiera
comida mejor antes de hacer esto! Pero la idea era que no durara mucho después
de esta nevada. Seis recuentos de lo que tenía puesto, bata de seda, posición
de bella durmiente, su maquillaje perfecto, el peinado, la estilista había hecho
un gran trabajo y otra vez esa voz ¿estás segura? ¿Esto vale la pena? Tener 35
años y estar soltera no era el fin del mundo, era una mujer bella, exitosa y
podía tener lo que deseara porque había decidido que era eso lo que quería,
otra mujer al llegar a la crisis de los 30 se buscaban amantes más jóvenes, se
volvían adictas a las compras, se llenaban de mascotas, ¡a si ya había hecho
todo eso! Y nada la hacía sentirse bien, Vanesa sentía que ni el gato parecía
haber sido suyo, solamente llegaba por la noche a comer y se volvía a ir, en
algún momento ella se dio cuenta de que posiblemente ese gato también se cansó de vivir
con ella; como su exnovio el que se fue sin dejar una nota que explicara el porqué se marchaba, simplemente nunca regreso de la visita a sus padres.
Y de pronto se escuchó el timbre de su casa, ¿Quién podía ser? ¿Me paro o no? ¿Voy a abrir? Pensaba Vanesa, pero se suponía que ella no
estaba, así había dicho en su oficina y con la familia, el timbre volvió a
sonar, Vanesa contaba uno, dos, tres y el timbre sonaba otra vez, cuatro,
cinco, seis, otra vez el timbre, cuando dejaría de sonar, al final enojada
Vanesa decisión levantarse del camastro del patio, camino enojada, cubierta de
nieve y con el cuerpo completamente frío, para gritarle a quien estaba en la
puerta. Fue un acto instintivo de Vanesa cuando la interrumpían en sus planes,
enojarse y no pensar en nada más que en gritarle a quien la interrumpía, cada paso la hacía sentir furiosa, al llegar a ella y la abrió y grito - ¿Qué quiere? La sorpresa
de Vanesa al darse cuenta de que enfrente de ella se encontraba su hermana
menor, - sigues con ese carácter tan horrible déjame entrar que me muero de
frío, no recordaba cuando querías que viniera a ver a ese gato tuyo así que
decidido tomarme unas vacaciones en tu casa y alejarme de mi marido.
Vanesa se quedó muda y simplemente dejo a su hermana entrar.
Morir lo haría cualquier otro día, hoy no estaría sola.
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