Reconcíliate con esa mujer que llevas adentro.
He visto tantas publicaciones sobre lo complicada que somos las mujeres, de las veces que decimos no, pero queremos decir si, de los interminables propósitos de ponerte a dieta, cada principio de año, o porque la ropa que siempre te ha quedado ahora no te queda ya que a los diseñadores se les ocurrió que la talla 5 cada año va disminuyendo, así que te sientes que subiste de peso, cuando la verdad es que la ropa la hacen más chica.
No es que las mujeres seamos complicadas, es que estamos en una guerra con nosotras mismas, nos hacemos interminables preguntas, ¿Porque no puedo comer esto o aquello, siempre estamos en esa decisión entre la felicidad de comer lo que se nos antoja y los kilos que ya tienes encima, en la ropa que me podré, que, si enseña de más, que los zapatos?
Al final la decisión de lo que vestirás dependerá del recorrido mental que tienes que hacer de tu casa al trabajo o la escuela, como mujeres tenemos que planear por qué banqueta caminar, ya de antemano por dónde puede o no pasar dependiendo de lo que traigas puesto, de la hora de salida y llegada. Y cuando por fin te cambias y sales, poner la cara de piedra o la más ruda que puedas, para ver si así logras ahuyentar a todos los que podría decir o verte de mala forma, siempre en tu rostro no se puede dibujar una sonrisa o alguna expresión que podría ser mal interpretado, como coqueteo o insinuación caminar derecha, el cuerpo se vuelve un radar quién camina cerca de ti, quién pasa por tu lado, sus manos dónde están. Para que, al llegar al trabajo, puedas respirar y dices buenos ya estoy en un lugar “seguro” (aquí depende de tu lugar de trabajo claro), para la salida sabemos que alguna amiga o amigo saldrá con nosotros.
No es que seamos complicadas, es que nuestra mente piensa en tres o cuatro cosas al mismo tiempo, es que estamos en constante lucha contra nosotras mismas.
Y tenemos que retroceder en nuestra vida hasta llegar al punto que tuvimos la conciencia de que como mujer hay cosas que están permitidas o no, yo recuerdo una tarjeta que traía este poema Mujercita
Se amable, pero no Fácil
Se digna, pero no orgullosa
Ríe, pero no a carcajadas.
Mía, pero con recato,
Conversa, pero con mesura,
Se dulce, pero no empalagues
Ama, pero con cautela
Oye, pero no siempre creas…
Se mujer, pero no muñeca
Recuerdo que marcó esa diferencia, si quería ser amada era mi conclusión a los 13 años, debo ser así, femenina, no reír, no molestar, ser prudente, ser perfecta, para colmo a los 15, recuerdo me dijo una tía, debes cuidar tu apariencia, las manos son tu tarjeta de presentación, debes cuidarlas y ponerles crema, y ahí va otra carga, mis manos no son perfectas, me muerdo las uñas, se me olvida ponerme crema, tengo cortes, cicatrices, callos por hacer manualidades, conclusión mis manos nunca serán perfectas. Y así vas creciendo en una lucha contigo misma, entre lo que tú quieres y lo que la sociedad y la familia y amigos dice debes ser, no somos complicadas sino que nos estamos liberado de esas cargas cuando por fin te das cuenta, que para ser feliz no debes hacer feliz a los demás, sino a ti feliz, que tu voz tiene poder, que se mujer no es malo, no somos complicadas, estamos reconciliándonos con nosotras mismas, con esa mujer que cada día solo la saludamos al espejo y ahí la dejamos, para ser todo lo que los demás quieren. Estamos aprendiendo a vernos y llevarnos a nosotras como tarjeta de presentación, no nuestra ropa, rostro o manos, sino esa sonrisa de sabernos que hoy, esa mujer sale del espejo y camina con nosotras.
No somos complicadas simplemente, estamos saliendo del capullo para volvernos mariposas.
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